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jueves, 13 de diciembre de 2007

¡WENA, NATY!

Tomado de Terra Networks Perú

Sólo sabemos que se llama Nati. Estudiaba en un colegio de sectores medios acomodados en Santiago de Chile. Nati -con solo catorce años- practicó una felación a otro adolescente en un parque público, siendo filmada por la cámara de un teléfono celular. El cabrón que registró todo el acto subió el archivo al youtube convirtiendo el incidente en un acontecimiento mediático, consumido masivamente, convertido en noticia nacional para escarnio de Nati, quien terminó siendo expulsada de su colegio. Muchos han visto en esto un signo de desorientación de la juventud chilena. Nosotros creemos que se trata de una expresión de algo más positivo: La creciente demanda de derechos y protagonismo de los adolescentes. Y no solamente en Chile.

El asunto no se quedó allí. “¡Wena Naty!”, la expresión con que el beneficiado respondía a la fellatio, se ha convertido en la exclamación más popular de Chile, coreada en los autobuses, parques y estadios así como explotada a conciencia por toda la parafernalia digital desde animaciones adaptadas a imaginativos ringtones, amén de otros recursos que cualquier parroquiano puede disfrutar tecleando el Wena Naty en el google. Claro que este fenómeno tiene su cara oscura: Nati ha pasado de la humillación al ostracismo más absoluto. Expulsada fulminantemente del colegio –situación que no ha sucedido, al parecer, con los estudiantes varones que igualmente disfrutaban de la práctica sexual- con su fotoblog cerrado a cal y canto y, posiblemente, condenada a vivir escondida de los ambientes públicos durante una buena temporada. Lo que quizá era un atrevido juego de adolescentes a ella la ha marcado con una mediática letra escarlata que la va a acompañar durante el resto de los días. Y, ojalá no suceda, termine destruyendo su adolescencia y juventud. Porque el caso de Nati vino seguido de un escándalo aún mayor: Estudiantes de un colegio no tuvieron problema en bailar lascivamente y desnudarse en público durante una fiesta para recaudar fondos. Actividad igualmente filmada y, al parecer, celebrada incluso en presencia de algunos profesores. Asimismo, los últimos informes oficiales comprueban el aumento del consumo de alcohol y drogas en los colegios, consumo que ya antes se consideraba demasiado alto. En Chile educadores y psicólogos se están preguntando qué sucede con sus adolescentes y jóvenes, porqué se comportan así en una sociedad económicamente muy desarrollada y con un clima democrático envidiable para los parámetros latinoamericanos.

Quizá la respuesta está precisamente allí. Las vertiginosas transformaciones sociales que está trayendo la globalización económica junto con las nuevas tecnologías de información se ven en la aparición de nuevos sujetos sociales que empiezan a afirmarse en el espectro general. Los adolescentes, por ejemplo. Los adolescentes en el mundo de hoy –y esto no es exclusivo a Chile ni mucho menos- no se parecen mucho a sus homólogos de hace quince años: Ahora los adolescentes gozan de una mayor capacidad de consumo y un mayor acceso a la información. Su oferta de ocio es inmensa y variada. Su formación personal, atravesada por la pangea multimedia, un consumo intensivo de publicidad audiovisual y una apropiación de las prácticas con las nuevas tecnologías, sea la computadora sea los teléfonos celulares; los ha hecho crecer –si no mejor- si mucho más rápidamente, lo que conlleva protocolos adicionales de responsabilidades y demandas. Además, el hogar de estos adolescentes ha cambiado drásticamente: Por lo general ambos padres trabajan –no solo por salir de la pobreza sino también para pagar el exceso de bienes de consumo en los cuales están inmersos- y el control doméstico es mucho más relajado que hace décadas. El sexo, en la cultura de nuestro tiempo, no solo ha dejado de ser un tabú sino se ha frivolizado hasta límites insospechados antes. Finalmente, los referentes de conducta son ahora muchos más diversos, exceden los espacios clásicos del hogar del macho proveedor y de la escuela convencional. Todos estos cambios se han concentrado en muy poco tiempo y no es de extrañar que produzcan sorpresivos cócteles sociales. Nati veía en la felación con sus amigos una iniciativa sexual aventurada, una más dentro de las distintas prácticas con que los adolescentes interpelan a una realidad cada vez más accesible. Prácticas que van desde el disfrute curioso hasta la osada transgresión. Y no cuesta mucho hacerlo pues tienen en sus manos todos los recursos necesarios: tiempo, información, tecnología, incluso dinero. Los excesos que se han visto en Chile no son una anécdota, más bien reflejan los cambios sociales que se están avecinando.

Hace cuarenta años los jóvenes irrumpieron en la historia como un nuevo sujeto social, con sus demandas y sus expectativas, cambiando buena parte de nuestra cultura. Y hoy estamos asistiendo a un nuevo proceso: Los adolescentes están actuando como un sujeto aparte, con nuevos códigos, nuevas costumbres y nuevas demandas, que pueden gozar con iniciativas atrevidas no solo en la búsqueda del goce sexual sino también en temas más prosaicos como la mejora de la Educación y un nuevo boom de expectativas en calidad de vida. Nati ha pagado su propio camino de búsqueda con una condena mediática. Hoy no puede ni opinar sobre su experiencia. Si lo hiciera posiblemente se redoblaría el linchamiento de la falsa moral, la banalidad cotidiana y la hipocresía institucional. En todo caso, Nati ya ha marcado una advertencia y un hito a otros pares que quieran ejercer su identidad generacional. Como las santas del medioevo, ella ha entregado su vida social para que otros aprendan y transiten más asertivamente el excitante camino de una adolescencia cada vez más problemática pero igualmente más protagónica. Nos guste o no. Ora pro nobis, Nati.

domingo, 2 de diciembre de 2007

ONLY

Sólo puedo
decir
que el sexo
sin amor
es
una mierda